El portero reclama una recompensa especial

El portero reclama una recompensa especialLa concha me ardía bastante al día siguiente de haber pasado un buen rato dejándome coger por Manuel, el portero. Estaba en casa, esperando que una compañera de colegio viniera a estudiar conmigo, para preparar un examen bastante difícil.Pero un rato antes de la hora establecida me llamó por teléfono; para decirme que su novio había pasado a buscarla. Entonces la muy trola prefería ir a coger, en vez de estudiar?Bueno; en realidad, yo habría hecho lo mismo si mi adorado Víctor me lo hubiese propuesto. Pero no; Víctor seguro a esa hora estaría cogiéndose a esa putita de Marisol, mientras yo me arreglaba a solas con mis largos dedos, tratando de apaciguar mi tremenda calentura?Ya que debería estudiar sola, decidí que antes podría ir hasta la heladería de la esquina, a disfrutar de un rico cucurucho?Al regresar, ya con mi dosis de glucosa completa y relamiéndome todavía los labios, me encontré de frente justo con quien no quería encontrarme: Manuel, el portero?Lo vi venir y me quise morir, ya que adiviné sus intenciones: el día anterior, después de dejarme la concha en llamas, me había advertido que, la próxima vez, iba a disfrutar de mi culo?Arriba en casa estaban mis viejos y yo no quería volver rengueando después de que ese bruto me hubiera desgarrado el culo a golpes de pija.Manuel se acercó sonriendo y me miró de arriba abajo. Yo llevaba una falda corta con vuelo y sandalias, que realzaban bien mis piernas torneadas??Lindas piernas, nena. Quedarían bien alrededor de mi cintura???No, Manuel, por favor? Mis viejos están arriba. Hoy no puedo??Mi cabeza decía que no, pero mi concha gritaba que quería ser dominada y humillada otra vez por esa verga dura y gruesa?Pero el hombre tomó mi mano y la hizo apoyar sobre su verga, que ya estaba muy dura. Yo de solo pensar que ese bruto me quería coger, ya estaba totalmente empapada.?Trajiste bombacha hoy, putita???Escuchar eso me hizo flaquear las piernas y quedar casi al borde del orgasmo. Tuve que apoyarme contra una pared para no caer de rodillas al piso. Y Manuel se dio cuenta?El hijo de puta me agarró la mano y me arrastró hasta el fondo del garaje; que a esa hora estaba casi totalmente desierto.Me hizo apoyar las manos contra el capot del auto de mi viejo; el único que estaba estacionado allí a la sombra. Se puso a mis espaldas y, antes que yo pudiera protestar, metió sus zarpas debajo de mi falda, para encontrar la tela humedecida de mi bombacha.?Ya estás empapada, putita, pero hoy tu culo no se va a salvar??Corrió la bombacha a un lado y hundió un par de dedos dentro de mi concha en llamas. Me dolió, porque todavía me ardía después de la tremenda cogida que me había dado la tarde anterior?Ya no me podía resistir y comencé a gemir solamente; mientras sus dos dedos entraban y salían sin dificultad de mi vagina chorreante.Manuel me dijo lo de siempre: que era una putita calentona y que me gustaba coger con esa pija. Cuanto más me decía, más yo me calentaba?Me bajó la bombacha hasta los tobillos y entonces le pedí que se pusiera un forro. Apenas lo hizo, comenzó a bombearme la concha allí a la sombra, inclinada sobre el auto de mi viejo.Me bombeó con toda brutalidad y, en menos de cinco minutos, me robó un primer orgasmo. La concha me ardía como nunca; pero me la aguanté sin derramar una sola lágrima de dolor?Manuel no había llegado a acabar; así que se salió de mi concha y se apoyó él sobre el auto. Entonces me ordenó que empalara mi dolorida concha sobre su verga todavía bien tiesa. Me dijo que quería ver mi cara de puta mientras cabalgaba sobre su pija dura. Comencé a moverme sobre su cuerpo, mientras él lamía mis pezones endurecidos.Yo me abandoné a su calentura; lo único que quería era coger y que ese bruto me cogiera. Así estuvimos un rato; hasta que sentí su verga comenzando a hacer erupción dentro de mi vagina.En ese momento me hundió su dedo en mi estrecho culo y entonces acabé por segunda vez, mientras el ardor aparecía otra vez, al sentir ese semen hirviente derramándose en mi vagina.Cuando me permitió desmontar de su verga todavía tiesa, me incliné para subir mi falda hasta mi cintura. Entonces me dijo:?Adónde vas tan apurada? todavía falta el postre??Entendí que quería gozar mi culo bien estrecho y casi virgen?Le advertí que no me había preparado para ello y que tal vez me podría desgarrar con semejante tamaño de pija.Manuel se rio a gritos y dijo que me lo iba a coger con suavidad?Esta vez me hizo inclinar y apoyar mis manos contra una pared apartada de todo. Aunque aullara de dolor, allí nadie podría vernos.Después Manuel escupió sobre mi estrecha entrada trasera y zambulló un dedo para probar mi estrechez. Aullé de dolor con semejante brutal intromisión. Supe que iba a doler?y mucho.No me equivoqué. Después de un rato de mandarme dedo lubricado con saliva; de pronto sentí que la gruesa punta de su pija pugnaba por vencer la inútil resistencia de mi pobre esfínter.Enseguida lo logró y yo no pude hacer otra cosa que apretar mis dientes para no gritar a todo pulmón. Sentí que ese bruto me partía al medio con esa tremenda verga.Por suerte para mí, Manuel ya estaba muy excitado y, después de unas pocas embestidas, acabó; llenándome también el ano con su semen caliente; lo cual significó un alivio para mí?Cuando se retiró de mi culo, me acomodé la bombacha otra vez y me alejé de ahí casi corriendo; a pesar del dolor que sentía en mi cola.Al entrar a mi casa encontré a mi viejo, que me preguntó si todo estaba bien y por qué caminaba rengueando. Le dije que me había torcido un pie en el palier; no podía decirse que el hijo de puta del portero me había dejado el culo en llamas?Las piernas me temblaban al entrar al baño. Me toqué y encontré que mi ano estaba dilatadísimo como nunca.Me sentí una perra; una perra que amaba ser sometida humillada por ese bruto. Mientras me acariciaba la concha, no podía dejar de pensar en la próxima vez que le entregaría mi cola a Manuel?