El mejor trabajo

El mejor trabajoPodía considerar que tenia el mejor trabajo de aquellos a quienes conocía, tenía sus inconvenientes, como todos, pero el nivel de vida era el mayor que jamás hubiera esperado.Y todo por una oferta para organizar eventos que le salió poco antes de acabar su carrera de turismo.El trabajo era sencillo, organizar actividades lúdicas para los trabajadores de una gran empresa. Como mucho, trabajaba 3 días al mes, nada más, y cobraba cómo si fuera una ejecutiva. ¿La razón? Organizar las actividades lúdicas del máximo accionista de la empresa.Esta otra actividad era la que realmente le proporcionaba dinero y nivel de vida.Cuando llegó a aquella empresa, siendo aún muy joven, ni supo ver lo que pretendía su jefe, y en pocos meses se enamoró de aquel hombre maduro y de buen aspecto. De ahí a ser su amante solo hubo un paso, y a ser la que le proporcionaba sus actividades ludico-sexuales otro.Su trabajo era sencillo, hacer realidad las fantasías sexuales de su jefe. Y la mayoría, por no decir todas, la incluían a ella.Muchos pensarían que simplemente era una prostituta de un hombre casado a punto de divorciarse, pero ella no lo veía así.Había reglas, sencillas. No se hacia nada que ella pudiera ver como excesivamente in moral o indecente. No se pagaba por sexo. Y si a ella no le gustaba, no se hacia.Porque si algo había conseguido, era que la reconociera cómo una pareja, una amante, en una relación en la que ella estaba completamente de acuerdo en no tener nunca una vida en pareja.En sí, el trabajo le gustaba mucho. Las ideas de su jefe podían llegar a ser divertidas e incluso excitantes. Con ningún hombre había tenido sexo tan bueno y la trataba el doble de bien que la mayoría.Era cierto que ella era una muñeca preciosa que cualquier hombre desearía, también era muy inteligente, así que encontrar un buen hombre habría sido fácil. Ella encontró el que consideraba el mejor en su jefe.Las peticiones de su jefe eran sencillas, algunas incluso infantiles. Al principio cuando empezó a intentar ligar con ella, solo quería sexo. Y desde el principio ella le impuso sus normas. Sencillas normas. Ninguna postura que implicase darle la espalda, y menos aún la postura a 4 patas. A parte de no gustarle, se sentía como si en esos momentos fuera su prostituta. Solo sexo de cara. Y anal, si, pero había que ganárselo. Por lo demás, no decía no a nada.Otra norma que habían acordado, es que nunca sexo por dinero.Con eso, y con la poca imaginación de él para pedir cosas retorcidas, las peticiones eran sencillas, incluso le resultaban satisfactorias.La más solicitada, era hacer un trío con dos mujeres, ella y otra. No le era difícil conseguir amantes lesbianas, algo que le encantaba, lo difícil era conseguir una sin pagar que aceptase hacer un trío. La mayoría de las veces se conformaba con mirar a escondidas como se lo hacían las dos chicas, o lo grababa. En esos años habían conseguido una chica a la que le gustaba participar mirando mientras él se follaba a su amante, o se dejaba tocar mientras las dos mujeres se lo montaban.Pero la más divertidas de las ideas, y que a ella la ponía cardíaca, era la de ligar con un hombre.Salían juntos por la noche, y ella decidía a quien llevarse a la cama. El a escondidas los seguía y entraba en casa y los espiaba o grababa. Ella convencía al chico para que tuvieran solo sexo oral. Primero dejaba su sexo abierto y suplicaba que se lo comiera. Tras el orgasmo que casi siempre conseguía engañaba al chico para evitar que se lanzase y sela metiera.- Quiero que tu también te corras en mi boca. - Y mientras jugaba con la polla y la comía- avisame si te corres, no quiero que se manche nada, mi marido se podría enterar.Habían acabado teniendo muy buen entendimiento y sabia cuando le tocaba actuar. Normalmente entraba justo antes de que la víctima llegara al orgasmo.- Mi marido ese es mi marido.- les decía mientras seguía comiéndola. - Correte rápido.No solían hacerlo. Saltaban de la cama inmediatamente. Algunos salían corriendo en cuanto lo veían aparecer enfadado. A otros no les daba tiempo y continuaban con la polla aun en la boca cuando el aparecía en la habitación. Eran los más divertidos. Algunos se corrían mientras intentaban escapar, fallándoles las fuerzas y dándose algún que otro golpe. La mayoría se iban sin ropa.Pero había un pacto. Si el chico era especialmente bueno, ella podía elegir follárselo. Pocas veces había pasado, pero habían sido las mejores experiencias. Pues ella era consciente de que era observada.En algunos de estos casos, si se equivocaba y el chico era un desastre, él sabía cómo actuar, y entraba causando él mismo efecto que los que no tenían la suerte de llegar tan lejos.Pero había un caso especial. El tipo que era un engreído, un creído o un cabrón que intentaba aprovecharse de ella.De alguna forma, casi siempre conseguía convencerlos para que se dejasen atar. Les pedía que les explicara como querían hacerlo, y cuando estaba segura que no podían moverse, entraba su jefe.Era en las pocas ocasiones en las que permitía dejarse dar por culo, o follar a cuatro patas. Solían hacer aquello que deseaba haber echo la víctima. El solo podía conformarse con ser espectador de como otro se follaba a su ligue.Había llegado donde estaba, gracias a un ultimo juego que se fue sofisticando con el tiempo. Empezó con una apuesta pocos meses después de empezar a trabajar para él. Ella aseguraba que después de comérsela hasta correrse, no conseguiría follársela. El aseguró que si y apostó un precioso collar, el primer regalo que le hacía y que confirmaba que eran algo más que simples amantes de trabajo. A cambio pedía, si lo conseguía, poder tener sexo anal, que seria el estreno de ella pues aun no lo había probado.Aquella vez aprendió varias cosas. Su jefe era una auténtica maquina, y que aquel juego podía ofrecerle mucho. También aprendió que el sexo anal le gustaba un poco, pero no se lo reconoció cuando, dos días más tarde la estreno, ni aun hoy pasados ya varios años.El juego continuo subiendo de nivel. Las siguientes veces se esforzó en probarle mayores orgasmos, en dejar que se corriera en su cara, o en tragarse por completo su semen. Era inútil, siempre podía hacérselo. Las siguientes veces el quiso repetirlo follándosela mientras aun tenia el semen chorreando por la cara y la boca. Aprendió ella que eso aun lo ponía más cachondo (y a ella también).El momento de la victoria de ella, llego cuando apostó a que no conseguía mantener el semen dentro de la boca hasta que el terminara.Ella se la comió, absorbió hasta la última gota y dejo follarse cómo él quiso y las veces que quiso (con las normas ya conocidas). Ella le devolvió el semen sobre su pecho, después del tercer polvo.Así consiguió unas vacaciones de lujo en el caribe junto a él.El juego subió de nivel y se equilibró. Ahora ella tenía que aguantar mientras la follaba. El la cogía en brazos y se la metía de pie mientras iban desde la entrada de la casa hasta la habitación, un piso más arriba.El ganaba si ella se corría, escupía el semen o se lo tragaba. Ella ganaba si no conseguía subirla hasta el dormitorio, se corría antes de llegar, o una vez en la cama, se corría y ella mantenía el semen en la boca.El juego era muy equilibrado y siempre se alternaba el ganador.Aunque ella sabia que según las peticiones, se dejaba ganar uno u otro. Ella solía tragarse el semen antes de tiempo cuando su jefe deseaba sexo anal. Pero nunca se lo confesaría.Sin duda era el mejor trabajo.Si queréis más historias de esta pareja, podéis pedirlas en los comentarios. Y votar, porfa.